No te imaginas la cantidad de cosas que han sido encontradas al interior o sobre el cuerpo de una persona.
Hoy recopilamos una lista con las que creemos son las más increíbles de todas.


10 Cosas encontradas en personas... aunque no lo puedas creer


Nro 10.
Silvia Duve, una mujer canadiense fue diagnosticada con cáncer en los ovarios en octubre del 2016. Después de varias consultas sus médicos consideraron que lo mejor sería realizar una operación para remover el útero y la programaron para mayo del siguiente año.

El día llegó y los médicos practicaron la cirugía con éxito. Todo parecía estar bien hasta que al llegar a su casa, Silvia comenzó a sentir un intenso dolor en el abdomen, como una especie de punzada.

Desde aquí no pintaba muy bien la cosa. Al acudir al hospital le dijeron que era completamente normal sentir dolor después de una cirugía de esa índole. Le recetaron anti-inflamatorios y analgésicos, pastillas para calmar el dolor.

El dolor continuo por varios días hasta que no pudo soportar más y acudió a urgencias. El doctor de emergencia le practicó una ecografía, en donde pudieron ver cuál era el problema: un escalpelo
flexible de 33 centímetros al interior de su estómago. 

De alguna forma los médicos lo habían dejado al interior de la mujer. En teoría se supone que en los quirófanos se practica un procedimiento en el que antes de iniciar cualquier cirugía se cuenta el instrumental y una vez terminada la operación ese conteo se hace de nuevo para asegurarse de que no haya quedado nada dentro del paciente. Al parecer en esta ocasión no lo hicieron 

Nro 9.
Anil Varela, un niño proveniente de la India, jugaba regularmente con sus amigos a tragar peces vivos en un río cercano a su casa. Nunca les había pasado nada, solo les dolía un poco el estómago.

Un día ocurrió lo inevitable. Al intentar tragar el pez, Anil accidentalmente inhaló al mismo tiempo. En esta ocasión el pez no bajó por su esófago hasta el estómago como era costumbre sino que éste se coló por su epiglotis y terminó en su tráquea en camino hacia el pulmón.

El niño regresó a su casa con un fuerte dolor en el pecho y trabajo para respirar y fue llevado de emergencia al hospital. 

Al llegar lo primero que hicieron los doctores fue medir su nivel de oxigenación. Su saturación era de 80 cuando normalmente debe rondar por los 98 puntos. Mandaron a hacer una radiografía y esto fue lo que vieron: Un pez de 9 centímetros dentro de su pulmón izquierdo.

Boquiabiertos, lo llevaron al quirófano en donde practicaron una cirugía de emergencia. Afortunadamente todo salió bien. Los médicos extirparon el pez aún con vida y el niño también se recuperó y no volvió a jugar esto nunca jamás 

Nro 8.
Durante el verano del 2013 la familia Franklin decidió hacer un viaje a la playa. Mientras jugaban uno de los niños, Paul Franklin cayó y se raspó la rodilla al tropezar con una piedra.

Los padres lo curaron y le colocaron un vendaje. Los días pasaron y la herida parecía no cicatrizar. Un par de semanas después, ésta comenzó a hincharse haciendo que el niño tuviera problemas para caminar. Fue aquí cuando los padres lo llevaron al doctor.

El médico pensó que se trataba de una infección por estafilococos, por lo que le recetó una dosis de antibióticos.

Con el pasar de los días la hinchazón disminuyó gradualmente pero el dolor persistía. La tercera semana llegó y de la herida comenzó a sumarse un pequeño bulto negro. Lo primero que vino a la cabeza de la madre fue que la piel de su hijo se estaba echando a perder.

Cansada de esperar decidió tomar carta en el asunto. Exprimió la herida con sus propias manos y saco el bulto: ¿una piedra?

Acaso todo el sufrimiento de su hijo se debía a una insignificante piedrecilla?

 Lo más extraño es que ésta apenas había aparecido unos días atrás y cuál fue su sorpresa cuando la piedra se movió al verla bajo una lupa distinguía un espiral.

No era una piedra sino un pequeño caracol, el cual había quedado atrapado en la rodilla de su hijo y había crecido alimentándose de su piel por las últimas tres semanas.

Franklin quiso adoptar al caracol y lo conservó como mascota dándole el nombre de turbo.

Nro 7.
Este es otro caso en el que la comida se fue por el sitio equivocado. En el 2010, Ron Sveden, un maestro jubilado de 75 años llegó de urgencia al hospital con un pulmón colapsado.

Al hacer las radiografías, los médicos observaron que en su pulmón izquierdo; si, es el mismo que el del niño, había una extraña mancha. Después de hacerle un par de análisis más, confirmaron que se trataba de un chícharo, el cual terminaba el interior de su pulmón. 

Similar a lo que ocurrió en el caso del pez, los doctores concluyeron que el chícharo debía haberse colado por su epiglotis y de alguna forma terminó en su pulmón causando problemas para respirar y un fuerte dolor de pecho.

Los doctores retiraron el vegetal satisfactoriamente y como broma ofrecieron a Ron chícharos como su primera comida después de la operación.

Nro 6.
En febrero del 2012 una mujer surcoreana visitó un mercado en donde acostumbraba a comer calamar... como ya habrás escuchado, a los asiáticos les gusta comer todo tipo de animales. Lo peor es que muchas veces aún están con vida. 

La señora de 63 años introdujo un trozo de calamar a su boca. Inmediatamente supo que algo no andaba bien, pues sintió dolor como si muchas agujas se clavarán en su lengua. Inmediatamente lo escupió pero ya era demasiado tarde. 

Increíblemente el calamar había fertilizado su boca. Cuando los médicos de urgencia la revisaron concluyeron que 12 ventosas se habían agarrado a las encías, la lengua y la parte interior de las mejillas de la mujer.

Los médicos la retiraron dañando permanentemente algunas partes de la boca de la mujer. Cuando investigaron más a fondo descubrieron que quien lo había preparado no había removido los órganos reproductores del animal.

Nro 5.
Estela Meléndez, con actualmente 114 años de edad, acudió en el 2015 al médico después de sufrir un golpe en el brazo. Al hacer radiografías los médicos de rutina se dieron cuenta de algo extraordinario... encontraron algo mucho más alarmante que un hueso roto. Esto es lo que mostraba la radiografía: una especie de masa con huesos y tejido dentro de su abdomen.

En su juventud, Estela embarazo sin saberlo. Inconvenientemente el embrión se implantó fuera del útero y a esto se le conoce como un embarazo abdominal. A pesar de que su vientre creció de manera irregular, nunca se le ocurrió ir al médico.

En 1980 el bulto comenzó a molestarle lo que hizo que finalmente acudiera al hospital. Desgraciadamente la clínica que visitó era muy elemental y no contaban con los médicos para darse cuenta de esto o tal vez los médicos se dieron cuenta pero no supieron qué hacer y la mandaron de regreso a su casa.

No fue sino hasta que visitó el hospital en el 2015 cuando le dijeron que había estado embarazada por casi 60 años. El feto sucumbió por ahí de las 30 semanas de gestación, pero como no fue retirado se calcificó dentro de su abdomen.

Te preguntarás porque no tuvo síntomas. Según la mujer tenía algunos dolores pero nada grave, sólo tenía problemas para orinar. Dada su edad avanzada la cirugía fue descartada. Consideraron que ésta podría ser más contraproducente que efectiva.

La anciana vivirá de esta forma por el resto de su vida.

Nro 4.
Después de pasar un día al aire libre pescando y montando a caballo, Abbey Beglay regresó a la ciudad. Conforme pasaban los días sentía una molestia en los ojos, irritación, hinchazón y mucha comezón. No le dio mucha importancia. 

Una semana después, mientras se rascaba el ojo, sacó lo que parecía ser un pequeño gusano transparente de un poco más de un centímetro de largo. Este se retorcía en la yema de su dedo.

Esa misma tarde sacó de su ojo cuatro gusanos más. Preocupada visitó al médico. Cuando le explicó lo que había sucedido éste la miró con cara de loca y le explicó que lo más seguro era que se tratara de una mucosidad.

La respuesta no la convenció; ella estaba segura de que había sacado un bicho de su ojo, por lo que decidió esperar en el hospital hasta que se volviera a sentirlas.

Pasó una hora y nuevamente sintió como algo se movía en su párpado. Fue corriendo a buscar el doctor quien accedió a revisarla una vez más. El médico no podía creer lo que estaba viendo, esta mujer tenía gusanos en el ojo.

En los siguientes días había retirado aún más gusanos. Sumaron un total de 14. Si esto te resulta aterrador espera escuchar cómo es que llegaron a este sitio. 

Resulta ser que los gusanos ingresaron en su ojo el fin de semana que pasó en el campo, pero no creas que lo hicieron estando de ese tamaño. Estos nichos son las larvas de la mosca de la cara, la cual es conocida por colocar huevecillos en los ojos del ganado. De alguna forma estos llegaron al ojo de Abbey y crecieron en su interior.

Después de retirarlos, los síntomas desaparecieron y su ojo regresó a la normalidad.

Nro 3.
Aiperi Alexeva no la se veía nada bien. Estaba extremadamente delgada y pálida. Ingresó al hospital luego de haberse quejado de dolores en el estómago tan severos que no le permitían comer absolutamente nada, ni siquiera beber agua.

Al principio los doctores no tenían idea alguna de qué era lo que estaba causando este terrible malestar pero al hacer un par de estudio se dieron cuenta del culpable: una inmensa bola de pelos de cuatro kilogramos dentro de su estómago. Aiperi tenía la mala costumbre de comer su propio pelo y algunas veces el que encontraba en la alfombra de su casa.

El estómago no es capaz de digerir el pelo. Todo el pelo que comió por años se almacenó dentro de ella. Al parecer su estómago estaba tan hinchado que tan pronto los médicos hicieron la primera incisión vieron como éste cubría todas las paredes de su estómago. Tenía tanto tiempo allí que había adoptado la forma del órgano.

La cirugía fue todo un éxito. Lo más importante es que durante los siguientes meses la joven recibió ayuda psiquiátrica que le ayuda a superar el síndrome de Rapunzel, como vulgarmente se le conoce a la tricofagia, la acción de ingerir cabello.

Nro 2.
Por ahí de la 1:45 de la madrugada del 14 de abril, Katie Holey despertó con la sensación de algo helado entrando a su oído. Desorientada corrió al baño y tomó un cotonete, lo colocó en su oído pero nada salió de él. 

A los pocos minutos sintió algo moverse al interior. Lo describió como un sonido rítmico, como si lo que estuviera dentro tratara de ingresar aún más profundo en su conducto auditivo.

Tomo un par de pinzas para las cejas y sacó un par de hebras que parecían ser las patas de un insecto. Su peor pesadilla se había vuelto realidad: un insecto ingresó en su oído mientras dormía.

Despertó a su pareja y rápidamente subieron al hospital. Al llegar lo primero que hicieron fue intentar inyectar al insecto con lidocaína, un tipo de anestesia que terminaría con la vida del insecto. 

Sintió como éste se retorcía evitando la aguja y su muerte. Dos minutos más tarde dejó de moverse y finalmente se había muerto.

Durante los siguientes 20 minutos el doctor retiró pedazos de lo que parecía ser una pequeña cucaracha.

Todo parecía haberse resuelto. La enviaron de vuelta a casa y le indicaron que se pusiera gotas con antibióticos en los oídos. Los días pasaron y Katie aún seguía sintiendo algo extraño al interior de su cabeza. Las gotas que le habían recetado no ingresaban del todo. Regresaban como si algo obstruyen a su paso. 

Volvió a visitar el médico, pero en esta ocasión a un especialista, quien con las herramientas adecuadas se adentró a lo más profundo de su oído. Lo primero que sacó fue una pata más. A continuación aún más pedazos del insecto. Después de algunos minutos finalmente encontró lo que buscaba... parte del torso y la cabeza de la cucaracha, la cual se había quedado por nueve días por negligencia de los doctores de emergencias.

Nro 1.
En el 2009 Prag Sánchez de 72 años de edad, acudió al doctor a causa de dolores recurrentes de oído y problemas para escuchar.

El especialista ordenó una serie de estudios, entre ellos una resonancia magnética. Pocos segundos después de empezar el estudio sintió un dolor insoportable debajo del ojo.

Los técnicos pararon inmediatamente. Le comentaron que era imposible hacer el estudio ya que algo metálico dentro de su cabeza estaba causando interferencia. Prag no tenía ni idea de lo que estaban hablando. Nunca había sido operado ni tenía nada metálico en su boca.

Como alternativa el médico ordenó una tomografía. Esto fue lo que mostró: un clavo de 4 centímetros dentro de su nariz.

Como llegó y desde cuando se encontraba ahí eso es todo un misterio. Tal vez lo inhaló mientras hacía un trabajo de carpintería o a lo mejor uno de sus traviesos nietos lo introdujo mientras dormía.

El doctor le explicó que una vez que entró a su nariz, su cuerpo creó un tejido alrededor del clavo como una especie de defensa ante el extraño cuerpo. La buena noticia es que no fue necesario removerlo en cirugía ya que el dolor que había sentido durante la resonancia magnética significaba que el clavo se había movido del lugar. Lo escupió unas cuantas horas después de realizarse los estudios.

Esto es todo por hoy.

Coméntanos cuál de estos casos te pareció más extraño e interesante.

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